Ante el Reichstag tomará la batuta frente a la Staatskapelle, la orquesta de la Ópera del Estado de Berlín, para volver a interpretar la Novena Sinfonía de Beethoven para una Alemania unificada. No parece ser mero producto del azar que la canciller Angela Merkel haya convocado para el acto de Estado al director de orquesta argentino-israelí, que posee además un pasaporte palestino.

Barenboim, quien vive desde hace casi dos décadas en Berlín, está asociado a la unidad alemana como pocos artistas residentes en este país. Él supo hacer de la Ópera del Estado Unter den Linden un símbolo de la reunificación. "Hemos derribado el muro psicológico entre Este y Oeste", dice el músico de 66 años en entrevista con dpa.

"No occidentalizamos al antiguo Este, sino que creamos algo nuevo a partir del antiguo Este y del antiguo Oeste", afirma. El destino de emigrante contribuyó probablemente a la formación de la concepción musical y filosófica de Barenboim.

Nacido en 1942 en Buenos Aires como nieto de inmigrantes rusos, aprendió temprano a convivir con papeles diversos. "No soy sólo judío, ni argentino, ni un músico residente en Alemania. Una persona moderna se define ante todo por la posibilidad de poseer varias identidades", afirma. En 1952 se trasladó con sus padres a Israel.

No pudo aceptar una invitación a tocar con su gran ídolo Wilhelm Furtwängler, con la Filarmónica de Berlín, porque para su padre, a nueve años del fin de la Segunda Guerra Mundial, no había madurado aún el tiempo como para que un judío pudiese actuar en público en Alemania.

No fue hasta en 1964, en ocasión del décimo aniversario de la muerte de Furtwängler, cuando interpretó en Berlín el concierto para piano del director de orquesta alemán. "Cuando llegué a Berlín me sentí en el país de Wilhelm Furtwängler. Eso se sentía con mucha fuerza en la Filarmónica de Berlín."

Para Barenboim es esencial que los seres humanos se reconozcan mutuamente, tal como lo ha puesto en práctica con su compromiso en el conflicto de Cercano Oriente. Junto con el escritor palestino Edward Said (1932-2003) creó la "West Eastern Divan Orchestra", en la que tocan juntos músicos israelíes y árabes. Pero también ve problemas de aceptación en la misma Berlín.

"Nos queda un largo camino para la reunificación de las personas en esta ciudad", señala. Siguen existiendo berlineses orientales y occidentales, con horizontes bastante separados, dice Barenboim. Y sigue imperando una mentalidad pueblerina en la gran urbe. "Somos los mejores, y sin embargo -o justamente por ello- predomina una inseguridad provinciana."

"Alemania perdió una oportunidad. En 1989 se podría haber realizado un experimento con lo mejor de ambos sistemas políticos. Esa posibilidad me habría gustado. Intelectuales de la República Democrática Alemana como Heiner Müller también pensaban así.

Pero era imposible, la presión económica era demasiado grande", rememora Barenboim. "Y con esta crisis", reflexiona, "retornamos justamente al mismo punto: el derrumbe del comunismo en 1989 llevó a un triunfalismo occidental excesivo. Eso no fue bueno, no sólo en Alemania."

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