Jueves, 25 de Abril de 2024

Mozart

La hora de las despedidas (2)

La hora de las despedidas (2)

El 14 de marzo de 1778 la silla de posta de los Mozart se pone en camino hacia París; sería de desear que los planes y los cálculos de Leopoldo se cumplieran, ya que se dejan tantas cosas atrás. El 23 de marzo entran en París y se instalan en una mala posada donde, como ni siquiera hay espacio para un piano, Wolfgang deja a su madre sola todo el día para ir a trabajar.







Ella se queja de sentirse como en una cárcel, y cuando Wolfgang vuelve por la noche teme haber perdido el don de la palabra. Unas semanas más tarde encuentran mejor acomodo en una casa limpia y con buena vecindad. Mozart ha empezado ya a relacionarse con las personas que su padre le recomienda, pero ni los protectores de su primer viaje ni los nuevos consiguen gran cosa. Algunos músicos de Mannheim le presentan a Le Gros, director de los Concerts spirituels, para quien compone su Sinfonía concertante para instrumentos de viento, que no llega a estrenarse, y dos sinfonías más con las que obtiene sus dos únicos éxitos públicos de este periodo.

La primera es la sinfonía n.º 31, conocida como Sinfonía París, que fue estrenada el día del Corpus, obra de gran brillantez y concisión, en la que Mozart ha calculado todos los efectos para gustar a los franceses; la otra, que se estrena algo más tarde, es la sinfonía n.º 33, que también le valió «mucho honor». Su máxima aspiración hubiera sido, sin embargo, componer ópera, y eso a pesar del «idioma francés» tan malo para la música, y de los cantantes que chillan en lugar de cantar. Todo lo que va a conseguir es estrenar, en no muy buenas condiciones, su ballet Les petits riens. En cuanto una colocación, que le hubiera permitido esperar mejores ocasiones sólo le ofrecen un puesto de organista en Versailles que no acepta.

Éstos eran los resultados de un viaje planeado por el buen sentido y la moderación. Cuando su padre le aconsejaba hacer una música más sencilla para todo el público y no sólo para los entendidos, podía pasarlo con una sonrisa indulgente; ahora tendría que hacer lo mismo, aunque a partir de este momento tuviera menos fe en las soluciones moderadas. En sus cartas sólo deja ver su propia decepción: «Daré gracias a Dios todopoderoso si salgo de aquí sin haber perdido el gusto».

La soledad y abatimiento de su madre derivan en auténticos problemas de salud: «Hace tres semanas que me duelen las muelas, la cabeza y los oídos. —escribe a Salzburgo—. Ahora ya estoy mejor, gracias a Dios. No salgo mucho a la calle, pero en casa hace frío a pesar del fuego. Tendré que acostumbrarme.» El 11 de junio vuelve a enfermar y muere el 3 de julio tras un breve paréntesis en el que experimenta una leve mejoría. Mozart escribe un par de cartas a Salzburgo, una al abate Bullinger, amigo de la casa, en la que comunica la triste noticia para que la haga llegar a su padre y a su hermana, y la otra a su «queridísimo padre», en la que tan sólo cuenta que su madre está enferma, que le han hecho una sangría y aplicado otros remedios y que, aunque le dan esperanzas de su curación hay que ponerse en las manos de Dios. Luego pasa inmediatamente a narrar las peripecias de la composición, ensayos y estreno de su Sinfonía París en los (concerts spirituels, y de cómo para celebrar el éxito se tomó un helado en el Palais Royal, rezó el rosario que había prometido y se volvió a casa como un buen cristiano. Pero lo más desconcertante es cuando escribe: «Ahora le voy a dar una noticia que quizás sepa ya, y es que el ateo y archibribón de Voltaire ha reventado, digámoslo así, como un perro, como un animal. ¡Eso es lo que merecía!» Las dos cartas están escritas la misma noche en que muere su madre.

En París, además de las obras que ya hemos mencionado, compone el Concierto para flauta, arpa y orquesta y una serie de cinco sonatas de piano que superan ampliamente la música de la época para este instrumento y que combinan, igual que ocurre en los conciertos para piano y orquesta, el virtuosismo con lo más íntimo y personal. De todas ellas destaca, sin embargo, la Sonata en La menor (K 310) de carácter bien diferente al resto de las obras que compone para los parisinos. La Sonata en La menor es una música trágica y desesperada que nos coloca ante la peligrosa tentación de relacionar demasiado directamente la obra de un compositor «clásico» con su vida. ¿Sería esto lícito? Si lo hacemos, tendríamos además que elegir entre todo lo que ha vivido en los últimos meses, entre todas las cosas que le han herido; la muerte de su madre, la forzosa separación de Aloysia, el tiempo perdido en París y su decisión de sacudir el polvo de su calzado demostrando que no ha perdido el gusto.

Seis días después de las dos cartas anteriores, escribe otra a su casa dando la noticia que ya conocen, pidiendo perdón por el pequeño engaño, y confortando a su padre y a su hermana en la certeza que él mismo tiene y con la que también se ha consolado; la muerte «feliz y hermosa» de su madre. Su padre desconfía y pide explicaciones; Wolfgang hace una detallada descripción de lo ocurrido, en la que llegamos a saber que el desacuerdo está entre la aplicación o no de una sangría, y sobre si la sangría se hizo a tiempo o llegó tarde, para acabar con el diagnóstico, que no sabemos si es una opinión personal, de que la muerte se produjo por un «acaloramiento interno».
Naturalmente, nosotros no podemos entender gran cosa de todo esto. Moliere murió burlándose de los médicos y de la medicina un siglo antes; tendremos mucho tiento, porque el final de esta historia se complica con parecidos ingredientes a éstos y además con la leyenda.

Mozart ha abandonado la casa donde murió su madre, y vive ahora con el primer protector que tuvo en París al que debe además quince luises de oro con los que ha pagado los gastos de la enfermedad. Ya no tiene mucho que hacer en París: «He de confesar que me sentiré alegre cuando me marche de aquí, porque dar lecciones no es ningún placer». Aún tiene una pequeña alegría cuando llega desde Londres Johann Christian Bach para hacer una ópera y puede encontrarse con él.
Su padre sigue siendo su providencia y tiene ahora a la vista para Wolfgang un puesto de director de orquesta en Munich y la vacante de primer organista en Salzburgo. Es la segunda, sin embargo, la que se asegura como más probable. El sueldo es de 500 florines, y el arzobispo se muestra dispuesto a permitir todas las ausencias que sean necesarias para el cumplimiento de sus compromisos, más aún, «el arzobispo y toda la corte se interesan mucho por Mlle. Weber. Tienen mucho interés en oírla».

Leopoldo sabe que esto será más que suficiente, por eso le hace una última recomendación: «No quiero que abandones París hasta que se haya firmado el decreto».

El 26 de septiembre de 1778, Mozart ocupa su asiento en la diligencia para salir de una ciudad que intentará olvidar lo antes posible; cuando llega a Estrasburgo se entera de que Aloysia y su padre han conseguido colocarse en el teatro de la corte de Munich y empieza a remolonear para no volver a Salzburgo inmediatamente. Se dirige a Mannheim y desde allí escribe a su padre comunicándole que es muy probable que pueda encontrar un empleo en esa ciudad. La respuesta del padre es tan contundente como cabía esperar; el único puesto que debe aceptar en ese momento, el que evitará la vergüenza de todos, es el que le aguarda en Salzburgo: «Si Dios quiere, viviré todavía un par de años, habré pagado mis deudas y luego, si quieres, podrás darte con la cabeza contra las paredes».

Una vez convencido de que no tenía otro remedio que acabar en Salzburgo, el destino no podía ser otro que Munich para ver a Aloysia. Se presenta con un regalo, el aria «Popoli di Tessaglia». No conocemos en su intimidad la escena en la que Aloysia rechaza a Mozart; sabemos que ella se burló de los botones negros que Mozart llevaba en su casaca roja, como señal de su luto reciente, sabemos también que él se desahogó sentándose al piano y cantando en voz alta, «¡Que se vaya al diablo quien no me quiera!», que luego se refugió en casa de un amigo suyo, temblando de pies a cabeza, y que no fue capaz de escribir a su padre hasta cuatro días después y, aún entonces, sólo supo decir que estaba triste, sin declarar la causa.

Aloysia seguramente reconoció siempre en Mozart al músico y al maestro, tenía talento para poderlo percibir; pero en su desgraciada estancia en París, Mozart, recordándola muchas veces, habría ido fortaleciendo el deseo de ofrecerle algo que a ella nunca se le había pasado por la cabeza aceptar.
Antes de presentarse ante Aloysia, Mozart escribió una carta a su prima de Augsburgo pidiéndole que fuera a reunirse con él en Munich. ¿Qué pretendía al encontrarse con las dos jóvenes? ¿Qué hubiera ocurrido si Aloysia no le hubiera rechazado? El caso es que Basle Marianne-Thekla, que había recibido una carta rimada, al estilo de los buenos tiempos, se encontró en Munich con los restos del naufragio y acompañó a su primo camino de Salzburgo.

Utilice esta guía para recorrer la vida de Mozart de manera cronológica.
Entrega siguiente: De nuevo al servicio del arzobispo (parte 1)
Entrega anterior: La hora de las despedidas (parte 1)
Bibliografía: Mozart de Rafael Pérez Sierra

Más Notas
Cosi fan tutte
1788 - 1789
Don Giovanni
Triunfo en Praga y la muerte de Leopoldo
Las bodas de Fígaro

Ver Historial




Breves

  • HECTOR BERLIOZ

    Fue un creador cuyo obstáculo fue la intransigencia de la mayoría de los músicos en casi todos los temas, desde su apoyo al uso del saxofón o a la nueva visión dramática de Wagner. Su vida fue excéntrica y apasionada. Ganó el Premio de Roma, el más importante de Francia en aquel momento, por una cantata hoy casi olvidada. Su obra musical es antecesora de estilos confirmados posteriormente.

  • El aprendiz de brujo de Paul Dukas se basa en una balada de Goethe. Es un scherzo sinfónico que describe fielmente cada frase del texto original.

  • La primera ópera de la que se conserva la partitura es Orfeo de Claudio Monteverdi. Se estrenó en Mantua en 1607, con motivo de la celebración de un cumpleaños, el de Francesco Gonzaga.

  • La obra que Stravinski compuso desde la época del Octeto de 1923 y hasta la ópera The Rakes Progress de 1951, suele considerarse neoclasicista.

  • En la Edad Media encontramos la viela de arco, de fondo plano y con dos a seis cuerdas, que se perfeccionó en la renacentista, hasta llegar a su transformación en el violín moderno a partir del siglo XVI, cuando se estableció una tradición de excelentes fabricantes (violeros) en la ciudad de Cremona.


Citas

  • DANIEL BARENBOIM

    "Un director no tiene contacto físico con la música que producen sus instrumentistas y a lo sumo puede corregir el fraseo o el ritmo de la partitura pero su gesto no existe si no encuentra una orquesta que sea receptora"

  • GEORGE GERSHWIN

    "Daría todo lo que tengo por un poco del genio que Schubert necesitó para componer su Ave María"

  • GUSTAV MAHLER

    "Cuando la obra resulta un éxito, cuando se ha solucionado un problema, olvidamos las dificultades y las perturbaciones y nos sentimos ricamente recompensados"

  • FRANZ SCHUBERT

    "Cuando uno se inspira en algo bueno, la música nace con fluidez, las melodías brotan; realmente esto es una gran satisfacción"

  • BEDRICH SMETANA

    "Con la ayuda y la gracia de Dios, seré un Mozart en la composición y un Liszt en la técnica"

MULTIMEDIA

  • Otello

    Giuseppe Verdi

  • Las cuatro estaciones

    Antonio Vivaldi

  • Nocturno Nº 2

    Frederic Chopin

  • Hágase la Música en Radio Brisas

    Programa N° 12 - 21 de noviembre de 2010

  • Ballets

    Piotr Illych Chaikovski

  • Gloria all' Egitto, ad Iside

    Orquesta y Coro de la Scala de Milán - Lorin Maazel

  • E lucevan le stelle

    Mario del Monaco (Mario Cavaradossi)

  • Hágase la Música en Radio Brisas

    Ciclo 2012 - Programa N° 32

Intérpretes

Voces

Alfredo Belusi

Alfredo Belusi

Tenía la pinta de un malevo imaginado por Jorge L. Borges. La de un compadre de los viejos tiempos, de aquellos que solían transitar entre el campo y los arrabales de la ciudad, silenciosos y distantes, que solamente respondían ante una provocación. Aunque el suyo fue un caso particular, sólo el tango lo llevaba a la acción. Y fue el más violento de todos, porque los títulos que engrosaron su repertorio fueron desafíos que confrontó hasta sangrar, todos elegidos para tal efecto, salvo algunas licencias como para aliviar tensiones.

Poetas

Homero Expósito

Homero Expósito

El más original, el más importante y el más representativo de los poetas del tango, a partir de la brillante generación del cuarenta. Orientó Homero Expósito su inventiva literaria consagrada a la canción popular, en la confluencia de dos actitudes poéticas temperamentalmente opuestas, pero igualmente admirables: el romanticismo nostálgico y evocativo de Homero Manzi, y el grotesco dramatismo sarcástico de Enrique Santos Discépolo. De tan sutil combinación estilística y temática sin proponérselo, logró Expósito definir una novedosa y originalísima modalidad de interpretación para la letra del tango.

Músicos

Juan de Dios Filiberto

Juan de Dios Filiberto

Compositor y Director de Orquesta, fue un hábil intérprete de piano, guitarra, violín y armonio, instrumento este último en el cual creara gran parte de su repertorio. Filiberto fue y será una de las figuras más preponderantes del tango, autor de obras como "Quejas de bandoneón", "Caminito", "Cuando llora la milonga", "El pañuelito", "Malevaje", "Clavel del aire", y tantas otras que engrandecieron la "Canción Porteña".

Junín, 13/06/2016

Presentaron “Tango en Junín”

Los amantes del tango podrán disfrutar de diversas actividades durante cinco días en Junín. El intendente la Ciudad, Pablo Petrecca, presentó oficialmente “Tango en Junín”, un importante ciclo cultural que se desarrollará entre el 13 y el 17 de julio próximos e incluirá la realización de la preliminar del Festival y Mundial de Tango BA 2016.

Mar del Plata, 30/05/2016

Amelita Baltar en el Teatro Colón

El sábado 11 de Junio a las 21 hs se presentará en el Teatro Municipal Colón la gran cantante Amelita Baltar, acompañada por la Orquesta Municipal de Tango que dirige el Maestro Julio Davila y el pianista Aldo Saralegui como invitado especial. Luego de su presentación en Mar del Plata, la cantante estrenará un nuevo espectáculo: "Noches de Kabaret" en el Teatro Maipo de Buenos Aires.

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