Ya a los cinco era capaz de tocar más de cuarenta piezas e incluso a esa edad tocó uno de los conciertos de Mozart  delante del público. Luego se traslada con su familia a Río de Janeiro para estudiar ya más seriamente, haciéndolo con Nise Obino y Lúcia Branco. Hay que destacar que a los ocho tocó con la sinfónica de Río de Janeiro uno de los conciertos para piano y orquesta de Mozart y con trece, con la misma orquesta, el Concierto “Emperador” Nº 5  de Beethoven. El asunto llegó a tales niveles, que cuando tuvo diez años de edad, a una de las calles de la ciudad de Boa Esperança se le puso su propio nombre. A los doce se presenta en el Concurso de Piano de Río de Janeiro. Como miembros del jurado tuvo nada menos que a su compatriota Guimoar Novaes, Lili Kraus y Marguerite Long. El pequeño Nelson se llevó los palmares.
    
 Enseguida se traslada a Viena en donde se pone bajo su orientación del maestro Bruno Seidlhofer, relación docente que en primera instancia duró siete años. Se puede decir que ya a los quince años de edad Nelson Freire no era simplemente un prodigio, sino un pianista plenamente formado con todas sus características: pleno dominio técnico, una enorme riqueza musical interpretativa. En 1964 obtiene el 1er. Premio en el concurso internacional “Vianna da Motta” en Portugal en ex aqueo con el pianista ruso Vladimir Kraniev. A partir de ese momento comenzó a presentarse con las orquestas sinfónicas me mayor prestigio europeo. En 1970 se presenta por primera vez en los Estados Unidos, específicamente en Nueva York ejecutando el Concierto Nº 4 de Rachmaninov. Tuvo gran suceso, de tal forma, que siguió con presentaciones en público en Chicago, Los Ángeles, Clíveland y Denver. Nelson Freire inicia una gran amistad con una de las pianistas que con el tiempo se catapultó a un elevado nivel internacional: Marta Argerich y con la cual han hecho varias presentaciones y grabaciones a dos pianos. También actuó con Gidon Kremer y Misha Maisky. 

Nelson Freire da aproximadamente entre 50 a 60 conciertos por año. No le gusta ser el pianista tipo “máquina”, es decir, dar conciertos a cada momento. Dice al respecto que uno “pierde frescura”. No se muestra absolutamente fanático de los “programas” como quizás algunos de sus colegas. Al respecto manifiesta que no es de su agrado adelantar programas con mucho tiempo de antelación, quizás hasta con dos años, (sistema que hasta le parece “demencial”) dado que –según sus propias palabras- uno nunca sabe cuáles serán sus deseos o gustos con alguna obra programada para el momento que tenga que ser ejecutada delante del público. Por dicha causa es que a veces efectúa algunos cambios en los programas ya preparados. Tampoco le interesa mucho el “marketing” expresando al respecto que ese asunto le aburre como todo aquello que sea “no tocar el piano”. También lee y escucha mucha música manifestando al respecto que siendo estudiante en Viena se pasaba comprando partituras y discos para leerlos y escucharlos, situación que en la actualidad no ha cambiado.

Nelson Freire es un pianista que tiene verdaderamente amor por las obras de Chopin. Por tal  motivo se le ha pedido por parte de algunos sellos específicos de grabación para que haga el registro integral de las composiciones de este genio polaco. Freire se negó a ello debido a que no le veía sentido semejante acción por simplemente hacer algo “integral”. De todas maneras ya ha registrado sus Estudios y años atrás también los Preludios.      
         
Este gran pianista brasilero estuvo largo tiempo sin hacer grabaciones, pero en los últimos tiempos ha vuelto a los estudios para efectuar grandes registros y es por tal motivo que sus actuales grabaciones de Chopin, Schumann y Brahms lo han catapultado nuevamente a grandes niveles de relevancia internacional. Su vida transcurre principalmente entre las ciudades de París y Río de Janeiro.
 
Jorge de Hegedüs