Baba, o Madame Flora, explota hábilmente la credulidad humana y el deseo de experimentar fenómenos sobrenaturales. Con la ayuda de su hija Mónica y de un niño gitano mudo, Toby, organiza sesiones de espiritismo en su casa. Esa noche participa el matrimonio Gobineau, al que Madame Flora ha engañado: con ayuda de la voz de Mónica ha establecido frecuentes contactos con su hija en el más allá; un propósito idéntico tiene la señora Nolan, que ha ido con los Gobineau. Se apagan las luces y todo funciona como de costumbre. Toby maneja el sencillo mecanismo con cuya ayuda mueve la mesa y aparece Mónica rodeada de una luz azul. Sin embargo, Madame Flora grita de repente e interrumpe la sesión: una mano helada la ha tocado en la oscuridad, y empieza a tartamudear. Los visitantes, turbados, se disponen a retirarse. La médium se acusa a sí misma de haberlos engañado, dice palabras confusas a su hija. Entonces recuerda a Toby: ¿habrá sido él? Lo busca, lo encuentra detrás del teatro de marionetas, sumido en trance, pero no cree en esa situación que ella misma ha fingido con tanta frecuencia, y quiere pegarle. Mónica defiende a su amigo, por el cual siente una fuerte atracción.

El acto segundo se desarrolla unos días más tarde. Mónica y Toby juegan, pero cada vez se hace más evidente su amor todavía infantil. Madame Flora se emborracha; después del incidente durante la sesión de espiritismo se aficiona de manera desproporcionada al alcohol. Intenta arrancar a Toby la confesión de que fue él quien le apretó el cuello. Entonces suena el timbre: llega el matrimonio Gobineau con la señora Nolan para ponerse en contacto con sus hijos muertos. Madame Flora, totalmente derrumbada, les explica cómo se produjeron las apariciones, pero nadie la cree. Una vez que los invitados se han retirado, la médium vuelve a emborracharse y se duerme. Toby entra en la habitación para ver a Mónica. Por medio de un movimiento torpe despierta a Madame Flora y se oculta detrás de una cortina. Madame Flora se asusta cuando ve los suaves movimientos de la cortina. Llama varias veces, pero no recibe respuesta. Entonces coge un revólver y dispara. Sobre la cortina aparece una mancha de sangre, Toby cae muerto al suelo. Madame Flora prorrumpe en horribles lamentos de dolor, porque ha matado a un espíritu. Así termina esta farsa que tiene un efecto teatral muy grande y contiene papeles brillantes.

Aquí la música sirve en primer lugar para acentuar la falsa atmósfera ocultista, el tímido amor de Mónica o la comprensible conmoción de los padres. Menotti encuentra sonidos conmovedores para el niño mudo, sonidos que describen su vida interior. (Estreno: el 8 de mayo de 1946 en Nueva York.)