Clásica y Ópera | Ópera

Peter Grimes de Benjamín Britten
Benjamín Britten se muestra aquí por primera vez como un auténtico autor dramático. Su estilo es nuevo, moderno, conmovedor, inteligente sin ser intelectual, en una línea media entre el verismo y el impresionismo. Sin poder calificar la música de Britten de "descriptiva" o "programática", su riqueza de efectos en esta obra posee una fuerza inusual. La obra fue estrenada en el londinense Sadler Wells Theater el 7 de junio de 1945, sólo un mes después de acabada la Segunda Guerra Mundial.
Ópera en un prólogo y tres actos.
Libreto de Montagu Slater, basado en un poema de George Crabbe.
Personajes: Peter Grimes, pescador (tenor); John, su aprendiz (papel mudo); la viuda Ellen Orford, maestra (soprano); el antiguo capitán Balstrode de la marina mercante (barítono); Auntie, dueña de la posada The Boar (contralto); dos jóvenes que aparecen en The Boar (sopranos); Bob Boles, pescador metodista (tenor); el juez Swallow (bajo); la señora Sedley, viuda de un empleado de la Compañía de las Indias Orientales (mezzo-soprano); el reverendo Horace Adams (tenor); Ned Keene, farmacéutico y curandero (barítono); el doctor Thorp (papel mudo); Holson, mensajero (bajo); pescadores, pueblo.
Lugar y época: The Borough, aldea de la costa oriental de Inglaterra. Hacia 1830.
Argumento: El prólogo nos lleva (sin preludio orquestal) a la sala de audiencias donde el juez Swallow acusa a Peter Grimes de haber asesinado a su aprendiz. Britten ha hecho con las voces una especie de canto recitativo subrayado por acordes breves y secos de la orquesta. Peter Grimes, tímido y monosilábico, afirma que el aprendiz desapareció en alta mar una noche de tormenta. El juez libera al pescador, pero en el pueblo persisten las dudas acerca de su inocencia. Los coros, que en las obras de Britten tienen gran importancia (en cierta manera como observadores o como «voces interiores», al estilo de la tragedia griega), aparecen llenos de significación. Peter se queda solo y se le acerca Ellen, la única persona en el lugar que cree en él y que muestra simpatía por este hombre extrañamente hosco. Entonan un dúo a capella, una forma que aparece raras veces en la ópera.
Un preludio orquestal suena antes del primer acto, así como también antes de las escenas siguientes. Aquí se manifiesta la peculiaridad de las partituras orquestales de Britten, que siempre suenan transparentes, como música de cámara.
La escenografía del primer acto muestra una estrecha callejuela de la aldea, que lleva hasta el mar. El mar es el verdadero protagonista (un poco como en el drama de Ibsen La mujer del mar). Se ven las casas típicas del este de Inglaterra, la iglesia, una tienda, la taberna. Es una mañana gris y los pescadores preparan los botes para salir. Los coros cantan en La mayor, pero la orquesta introduce otras tonalidades, por lo que surge una extraña politonalidad que produce la impresión de una pesada carga, de una tristeza desesperanzada en que se pierden los colores y se esfuman los contornos. Uno cree oír ininterrumpidamente el oleaje del mar (y aquí se piensa a menudo en El holandés errante, por muy diferentes que sean los dramas y las épocas). Aparece Peter y los habitantes de la aldea le manifiestan su hostilidad. Todos se refugian en la taberna a causa de la tormenta que se avecina, sólo él se queda en su bote. Ellen vuelve a acercársele. Puesto que nadie quiere internarse en el mar con él, ella promete hacer todo lo posible para conseguirle otro ayudante. Una conversación con el capitán Balstrode hace que Peter se muestre un poco dicharachero, pero también el capitán se dirige pronto a la taberna. Ellen y Peter se quedan solos.
El interludio describe la tormenta marina y la orquesta subraya asimismo la escena siguiente con frases semejantes. Nos encontramos en la taberna de Auntie, donde muchos hombres han huido del mal tiempo. La entrada de Peter casi desata una pelea, pero una vieja canción, entonada a tiempo, evita lo peor. Cuando Ellen aparece con un nuevo aprendiz y Peter insiste en llevarlo de inmediato a su casa, vuelven a producirse las muestras de hostilidad.
El interludio siguiente sugiere una mañana clara y soleada. Es domingo y las campanas llaman a la iglesia. Ellen y el aprendiz se acercan a la costa, mientras el aire se llena con la alegre canción de ella, con el sonido del órgano y un fino velo orquestal. Mientras el muchacho, sin hablar, juega tranquilamente en la orilla, Ellen observa entre sus ropas raídas ciertas señales de violencia. Entonces llega Peter e insiste en salir también ese día de pesca, a pesar de haber pasado toda la semana en el mar. Ellen se opone con dulzura, pero Peter se lleva al muchacho por la fuerza. Algunos vecinos han presenciado la escena, la palabra «asesino» suena por todas partes, y aumenta la tensión. Por último, la multitud se dirige hacia la casa de Peter.
Después de un nuevo interludio (en forma de passacaglia), nos encontramos en la cabaña de Grimes. El pescador exige cada vez más a su aprendiz y lo golpea cuando éste responde como se espera de él. Se oyen unas voces a lo lejos: son los habitantes del pueblo que se acercan. Sordos timbales acompañan sus pasos. El aprendiz aprovecha la ocasión para huir rápidamente de la cabana, Peter corre detrás de él hacia los acantilados. Los hombres han llegado a la casa, pero la encuentran vacía. Balstrode sospecha la verdad y sale corriendo en pos de los fugitivos.
En la calle del pueblo iluminada por el claro de luna se oye música de baile que procede de la posada de Auntie. Aparece Ellen muy angustiada: hace horas que no se tienen noticias de Grimes y de su aprendiz, que están en alta mar. La señora Sedley, una de las chismosas del pueblo, propaga rumores alarmantes y logra que una multitud furiosa se dirija de nuevo a la casa de Peter. Entre tanto se levanta la niebla. Suenan sirenas en el mar. Aparece Peter, está al borde de la locura. Ellen trata inútilmente de tranquilizarlo. «¿En qué puerto tendré paz?», repite Peter; es una frase de su primera conversación con Ellen, pero desgarrada por una incontenible angustia. La escena es de angustioso realismo. Por segunda vez se le considerará asesino de su aprendiz, que por miedo a él se ha tirado al mar desde las rocas. Balstrode le aconseja internarse en el mar y no volver. Peter obedece. Los pescadores se disponen a hacer la faena diaria a la luz grisácea del lento amanecer, mientras una voz anuncia desde la costa que hay un bote zozobrando entre las olas. La mañana avanza pesada y lentamente sobre The Borough.
Fuente: El sacerdote anglicano George Crabbe (1754-1832) describió en The Borough (literalmente, «el burgo», «el pueblo») una comunidad de pescadores de la costa oriental de Inglaterra, es decir, de la región natal de Britten. «He pasado la mayor parte de mi vida en la costa y mi niñez estuvo marcada por la furia del mar», dijo. Fue el mismo Britten quien perfiló el argumento al prestigioso dramaturgo y guionista de cine Montagu Slater, para conseguir de su pluma el libreto deseado.
Libreto: Un trabajo extraordinariamente sólido y denso en cuanto al ambiente; es una brillante descripción de la atmósfera opresiva de la aldea, rodeada siempre por el fragor del mar; una aldea en la que los hombres no pueden acercarse unos a otros, por más que lo deseen en lo más profundo de su corazón. Britten, que había proyectado la escenografía, trabajó también en la configuración del texto, y obtuvo así el libreto que correspondía enteramente a su concepción dramática y a su música.
Música: Después de un intento más flojo (Paul Bunyan), Britten, aunque conocido ya por el éxito de otras obras, se muestra aquí por primera vez como un auténtico autor dramático. Su estilo es nuevo, moderno, conmovedor, muy logrado, inteligente sin ser intelectual, en una línea media entre el verismo y el impresionismo. Utiliza la politonalidad en ciertos momentos, también armonías muy libres y audaces, cuando lo exige el drama; pero en el fondo nunca abandona la tonalidad, pues ha reconocido en ella la firme columna vertebral de la música occidental. Sin poder calificar la música de Britten de «descriptiva» o «programática», su riqueza de efectos posee una fuerza inusual; incluso sin escenografía (por ejemplo en los interludios orquestales) surge la impresión del mar, de los poderes elementales, del destino inevitable, de la monotonía opresiva, de la sofocante estrechez de los conflictos y pasiones humanos, a partir de los sonidos que Britten crea con una paleta de colores casi inagotable. A veces el sonido se vuelve popular, sin caer en lo folclórico; suena una vieja melodía de pescadores de la costa oriental y añade algún que otro matiz.
Historia: La obra surgió por encargo de la Fundación Koussevitzky, de Estados Unidos, pero fue estrenada en el londinense Sadler Wells Theater el 7 de junio de 1945, sólo un mes después de acabada la Segunda Guerra Mundial. A la euforia del triunfo, se añadió el orgullo (igualmente fundado) que representaba el nacimiento de una nueva ópera inglesa, la primera de categoría mundial desde la muerte de Purcell (1695) o desde la última obra teatral de Hándel (1741), si se quiere considerar a éste como compositor inglés, tal como él mismo quería que se le considerara. Parecían superados más de dos siglos durante los que Londres, aunque musical y operísticamente relevante, nunca había tenido un compositor de ópera reconocido internacionalmente. De hecho, la obra de Britten se difundió en seguida y puede incluirse entre las pocas de la producción posbélica del siglo XX que forman parte del repertorio de los teatros de ópera de muchos países.
Fuente: "Diccionario de la Ópera" de Kurt Pahlen
Galeria de Fotos: De Nederlandse Opera (2004)
Fotografías de Ken Howard
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