Ópera en tres actos (nueve cuadros). Libreto de Wystan Hugh Auden y Chester Kallmann, basado en una serie de grabados en cobre de William Hogarth.

Personajes: Trulove (bajo); Ann, su hija (soprano); Tom Rakewell (tenor); Nick Shadow (barítono); madre Goose (mezzosoprano); Baba, llamada «la bab turca» (mezzosoprano o contralto); Sellem, subastador (tenor); celador de un manicomio (bajo); criados, rameras, jóvenes, burgueses, locos.

Lugar y época: Inglaterra en el siglo XVIII.

Argumento: Tom Rakewell se ha comprometido con Ann Trulove. Ambos parecen tener por delante un futuro de amor y felicidad. Pero el padre de Ann desconfía del carácter vacilante de su futuro yerno y quisiera verlo en una posición firme y segura. Eso no es lo que quiere Tom, en cuyo inconsciente duermen miles de deseos y veleidades. Entonces aparece una personalidad tenebrosa, Nick Shadow, una figura mefistofélica inventada por los libretistas y que no aparece en los grabados de Hogarth, y cuyo nombre (shadow = sombra) adquiere significación simbólica; Nick, por otro lado, es un popular nombre inglés del demonio. Shadow explica que ha sido criado del tío de Tom, que al morir dejó una enorme herencia a su sobrino; y quiere entrar al servicio de Tom, el sueldo carece de importancia, se puede negociar más tarde. Shadow lo lleva a Londres y comienza, como anuncia dirigiéndose al público, the rake 's progress, la carrera del libertino en el que se transforma Tom bajo la dirección de Shadow.

Aunque al principio se contiene por el recuerdo de Ann Trulove (también un símbolo: true love = amor verdadero), la vida lo introduce en sus formas más primitivas. Después del prostíbulo sigue el grotesco matrimonio con una atracción de feria, la «bab turca», un monstruo barbudo al que apenas se puede considerar una mujer. Al mismo tiempo, Tom quiere explotar un invento capaz de convertir las piedras en pan. Shadow está detrás de todo y cada paso conduce a Tom más cerca del abismo. No se puede impedir la quiebra financiera, la subasta de todos sus bienes se presenta en una escena casi fantasmal. Shadow cree que ha llegado su hora. Conduce a su señor, que en realidad es su víctima, al cementerio de una iglesia, en medio de la noche, y le revela ante una tumba abierta el salario que exige: el alma de Tom. Juegan una decisiva partida de cartas en la que, gracias a la intervención mística de Ann, Shadow pierde y cae muerto cuando dan las doce. Pero Tom no se salva. La locura se apodera de él y termina en el manicomio. Sin embargo, hay una transfiguración más allá de su final. La fiel Ann, que intentó ayudarlo varias veces, se le aparece como un cuadro de luz. Ann, en la escena tal vez más bella de la obra, acuna en su regazo la cabeza de Tom, destruido por la vida, y canta para que se duerma.

Por último vuelven al escenario todos los personajes de la pieza (como solía hacerse en la antigua ópera italiana y como hizo Mozart en su Don Juan) y sacan conclusiones de los hechos descritos. Lo hacen sin máscaras, sin pelucas y sin falsas barbas: en cierta medida regresan a nuestro siglo, que se ha servido de una fábula vieja pero siempre vigente para exponer la seriedad de la vida.

Fuente: William Hogarth (1697-1764) fue uno de los grandes pintores y dibujantes de Inglaterra; sus obras alcanzaron celebridad mundial y entre las más destacadas figura una serie de grabados y pinturas titulada The Rake's Progress. Con ella hizo una crítica de la sociedad y de su época, crítica que gracias a la maestría del autor y de las escenas y personajes elegidos por él tiene una significación duradera.

Libreto: Wystan (o William) Hugh Auden, el gran poeta inglés, y Chester Kallmann, lírico y musicólogo norteamericano, crearon, siguiendo los deseos de Stravinski, el libreto de La carrera del libertino, basado en las imágenes de Hogarth; mantuvieron el título y casi todas las figuras importantes, pero añadieron una, tal vez la más importante, la figura mefistofélica de Nick Shadow.

Música: Stravinski, que siempre sorprendió con cosas inesperadas, creó una ópera en el espíritu de la escuela napolitana de los siglos XVII y XVIII: una ópera cifrada, con clavicémbalo y coloraturas, una obra tonal, como si el compositor no se encontrara en mitad del siglo XX, con su atonalidad, sus experimentos y su total radicalismo.

También hay alusiones a los belcantantes: algunos momentos recuerdan a Rossini, Donizetti y Bellini. Stravinski probó en su larga carrera todos los estilos, imitó todas las épocas, para armonizar muchos de sus elementos fundamentales con las exigencias de su propia época. Al no dejar que lo perenne cayera en el olvido, ¿quiso ofrecer un apoyo a esta era tan vacilante, interiormente tan insegura? ¿Es un regreso convencido a la melodía y al sonido bello, del que habló tanto? ¿Es, como ocurre siempre en él, un ejercicio brillantemente logrado con las formas de épocas lejanas? ¿Es de nuevo, como en tantos pasajes de sus obras, un parodista, en el que no se sabe dónde termina la seriedad y dónde comienza la ironía? Más de una vez parece haber una grieta entre la música de algunas escenas y su contenido emotivo; se tiene la impresión de que muchas arias han sido escritas sólo por la capacidad técnica de los cantantes, como si no hubiera hombres en el escenario, sino muñecos. ¿Mueve Stravinski las figuras de Hogarth como si fueran marionetas? A pesar de todas las objeciones posibles: una madura obra maestra.

Historia: El estreno tuvo lugar en el Teatro Fenice de Venecia el 8 de septiembre de 1951. Los intérpretes, que cantaron bajo la dirección del compositor, eran en su mayoría de la Scala de Milán. El sueño stravinskiano de conseguir una estrecha relación musical con Italia, la patria de la música, se había cumplido, aunque tarde. The Rake's Progress se convirtió en su obra teatral más interpretada.

Fuente: Diccionario de la Ópera de Kurt Pahlen