Miércoles, 24 de Abril de 2024

Clásica y Ópera | Obras Maestras

Haroldo en Italia de Héctor Berlioz

Haroldo en Italia de Héctor Berlioz

Haroldo en Italia fue iniciada a comienzos de 1834 y se terminó el 22 de junio del mismo año. Fue estrenada el 23 de noviembre de 1834 por el intérprete de viola Chrétien Urban en el Conservatorio de París. La obra debe su origen al gran virtuoso del violín, Niccoló Paganini. Haroldo es una composición especial. No es realmente un concierto ni tampoco una sinfonía, pero tiene aspectos de ambos. El uso del solista como comentarista en lugar de ejecutante principal es muy inhabitual. La orquestación, como siempre ocurre con Berlioz, es extraordinariamente imaginativa, colorida y excitante.








Haroldo en Italia debe su origen al gran virtuoso del violín, Niccoló Paganini. Las dotes increíbles de Paganini fueron legendarias. Su estilo de ejecución tuvo influencia sobre pianistas y compositores así como sobre violinistas. Sin embargo, él fue más que un violinista. Fue un logrado compositor, ejecutante de viola y (como Berlioz), guitarrista. Cuando en 1833 adquirió una viola Stradivarius, estaba ansioso por exhibir su sonido maravilloso en los conciertos. Sin embargo, había un problema. No existía música de suficiente virtuosismo escrita para ese instrumento. Cuando Paganini oyó una ejecución de la brillante primera sinfonía de Berlioz, la Symphonie Fantastique, de inmediato se le ocurrió la respuesta: conseguiría que Berlioz compusiera para él un concierto para viola.

Berlioz arguyó que el mismo Paganini debía ser la opción lógica de compositor, pero el violinista insistió. "Usted es el único en el que puedo confiar para realizar una obra semejante." Berlioz aceptó el encargo. Había estado planeando componer una segunda sinfonía y el estímulo de un encargo lo hizo pensar en "una pieza de solo para viola, pero un solo combinado con la orquesta de tal manera que ello no afectara la expresión de la masa orquestal... Mi idea era escribir una serie de escenas para la orquesta en las que el solo de viola se involucrara como un carácter más o menos activo, reteniendo siempre su propia individualidad. Al ubicar la viola entre los recuerdos poéticos de mis vagabundeos por los Abruzzos, deseé convertirla en una suerte de soñador melancólico, a la manera del Childe Harold de Byron. De ahí el título Haroldo en Italia."

De hecho, Berlioz no siguió ninguna de las escenas del poema de Byron. El compositor había leído la obra mientras estaba en Roma y se identificaba con los vagabundeos del poeta por Italia, registrando sus impresiones. Los títulos coloridos que Berlioz dio a los cuatro movimientos constituyen todo lo que él deseaba revelar sobre el programa.

Haroldo está representado por un tema, que se oye cuando la viola hace su primera entrada. Este tema vuelve en cada uno de los movimientos, a medida que Haroldo observa las diferentes escenas. De este modo, se asemeja a la idée fixe de la Symphonie Fantastique. Pero hay una diferencia, explicaba Berlioz: "La idee fixe se introduce a sí misma obstinadamente, como una idea apasionada y episódica, en las escenas que son completamente ajenas a ella, interrumpiéndolas, en tanto que la melodía de Haroldo se agrega a las otras melodías orquestales con las cuales contrasta tanto en movimiento como en carácter sin obstaculizar su desarrollo."

Parte de la razón de la vaguedad del programa es que Berlioz ya había compuesto parte de la música antes de recibir el encargo de Paganini. El tema de Haroldo y el segundo tema del primer movimiento ya habían sido utilizados en la Obertura Rob Roy, que el compositor había escrito en 1831-1832 y posteriormente había desechado. El tema de Haroldo había sido un solo lírico de corno inglés. En parte por esa razón, no hay una completa virtuosidad en la línea del solo del primer movimiento. Además, hay muchos pasajes en los que el solista no toca nada en absoluto. Paganini no se sintió muy feliz cuando Berlioz le mostró la partitura terminada de este movimiento. "¡No es así en absoluto!", gritó. "Estoy en silencio demasiado tiempo. Debo estar tocando todo el tiempo." Paganini retiró su apoyo, pero sin embargo Berlioz continuó con la obra hasta terminarla. Se la dedicó a otro intérprete de viola, Humbert Ferrand.

En 1838, Paganini, que por entonces estaba viejo y débil, oyó Haroldo por primera vez. Le dijo a Berlioz: "Jamás me había sentido tan poderosamente impresionado en un concierto. Si no me contengo, me hubiera puesto de rodillas para agradecérselo." Poco tiempo después de esto, Berlioz recibió una fuerte suma de dinero que él pensó sería un presente de Paganini. En realidad, el violinista era un tacaño y el dinero provenía de un amigo de Berlioz, Armand Bertin, que deseaba darle al compositor algo que le ayudara a contar con más tiempo libre. Como Bertin sabía que Berlioz nunca aceptaría un presente de él, arregló las cosas de modo que el compositor creyera que el dinero provenía de Paganini. Con este dinero, Berlioz se liberó de otros deberes y dispuso de tiempo para componer su tercera sinfonía, Romeo y Julieta, que dedicó a Paganini.

Haroldo es una obra especial. No es realmente un concierto ni tampoco una sinfonía, pero tiene aspectos de ambos. El uso del solista como comentarista en lugar de ejecutante principal es muy inhabitual. La orquestación, como siempre ocurre con Berlioz, es extraordinariamente imaginativa, colorida y excitante.

El primer movimiento empieza con una enorme introducción dividida en cuatro subsecciones. Incluso cuando el tempo se acelera al allegro, todavía estamos en la introducción. La parte principal del movimiento comienza cuando la viola presenta el tema principal, una nota a la vez.

El segundo movimiento es una concepción extraordinariamente original. Después de una introducción de cuerdas aisladas, los primeros violines cantan una melodía. Esta se continúa en las violas y luego en los instrumentos de viento. Y así continúa, una y otra vez el mismo modelo repetido. Finalmente, hace su entrada el solo de viola, interpretando el tema de Haroldo. Pero el resto de la orquesta continúa como si la viola ni siquiera estuviera allí. Un rasgo interesante es que las longitudes de las frases de la orquesta y las de la viola no son iguales. De este modo se crea una tensión sutil. Una vez que la viola se retira, la orquesta continúa como lo había estado haciendo. Después de una sección media, marcada como Canto religioso, vuelve la sección principal. Hay una coda ampliada, en la que los instrumentos de viento y el arpa parecen no lograr decidir sobre cuál de dos notas establecerse. El pasaje sugiere dos campanas distantes que doblan. Este movimiento, por completo simple y sin embargo interminablemente fascinante, no se parece a ningún otro en toda la música.

El tercer movimiento es apenas menos original. Comienza con un tema de scherzo ejecutado en oboe y piccolo (una sonoridad que imita a un oboe rústico que Berlioz escuchó en Italia). Una vez que la viola hace su entrada con el tema de Haroldo, la orquesta la ignora, como en el movimiento lento. Gradualmente, paso a paso, la música de la viola se parece más a la del resto de la orquesta, hasta que las dos se integran por completo. El movimiento se cierra con una coda elaborada que sobreimprime el ritmo de scherzo, una melodía lírica oída previamente en el corno inglés y en el tema de Haroldo, todo moviéndose simultáneamente en tiempos aparentemente diferentes.

El final comienza impetuosamente con su tema principal, que se interrumpe tan abruptamente como comenzó. Allí sigue una serie de recuerdos, siempre en el solo de viola, de temas de los movimientos anteriores (un artificio que Berlioz tomó prestado del final de la Novena Sinfonía de Beethoven). Alternando con estas reminiscencias hay intentos vigorosos de parte de la orquesta de iniciar el final moviéndose con su propio material. Por último, la orquesta está libre para desarrollar una frenética bacanal, auxiliada por un segundo tema de un abandono aun mayor que el de su antecedente. Durante toda esta larga "Orgía de los Bandoleros", la viola solista permanece silenciosa, casi olvidada. Por último, el frenesí desciende y tres distantes instrumentos de cuerdas entonan una reminiscencia más (el tema principal del segundo movimiento). Sólo entonces puede reaparecer la viola, después de haber estado ausente durante casi todo el movimiento. Todo lo que ella ejecuta, sin embargo, es una sola frase bellamente ampliada, después de la cual la orquesta reanuda su orgía e impulsa vigorosamente hacia la conclusión. Un movimiento extraordinario, moldeado en una forma única, sirve como conclusión adecuada a esta sinfonía-concierto absolutamente singular.
 
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Breves

  • HECTOR BERLIOZ

    Fue un creador cuyo obstáculo fue la intransigencia de la mayoría de los músicos en casi todos los temas, desde su apoyo al uso del saxofón o a la nueva visión dramática de Wagner. Su vida fue excéntrica y apasionada. Ganó el Premio de Roma, el más importante de Francia en aquel momento, por una cantata hoy casi olvidada. Su obra musical es antecesora de estilos confirmados posteriormente.

  • El aprendiz de brujo de Paul Dukas se basa en una balada de Goethe. Es un scherzo sinfónico que describe fielmente cada frase del texto original.

  • La primera ópera de la que se conserva la partitura es Orfeo de Claudio Monteverdi. Se estrenó en Mantua en 1607, con motivo de la celebración de un cumpleaños, el de Francesco Gonzaga.

  • La obra que Stravinski compuso desde la época del Octeto de 1923 y hasta la ópera The Rakes Progress de 1951, suele considerarse neoclasicista.

  • En la Edad Media encontramos la viela de arco, de fondo plano y con dos a seis cuerdas, que se perfeccionó en la renacentista, hasta llegar a su transformación en el violín moderno a partir del siglo XVI, cuando se estableció una tradición de excelentes fabricantes (violeros) en la ciudad de Cremona.


Citas

  • DANIEL BARENBOIM

    "Un director no tiene contacto físico con la música que producen sus instrumentistas y a lo sumo puede corregir el fraseo o el ritmo de la partitura pero su gesto no existe si no encuentra una orquesta que sea receptora"

  • GEORGE GERSHWIN

    "Daría todo lo que tengo por un poco del genio que Schubert necesitó para componer su Ave María"

  • GUSTAV MAHLER

    "Cuando la obra resulta un éxito, cuando se ha solucionado un problema, olvidamos las dificultades y las perturbaciones y nos sentimos ricamente recompensados"

  • FRANZ SCHUBERT

    "Cuando uno se inspira en algo bueno, la música nace con fluidez, las melodías brotan; realmente esto es una gran satisfacción"

  • BEDRICH SMETANA

    "Con la ayuda y la gracia de Dios, seré un Mozart en la composición y un Liszt en la técnica"

MULTIMEDIA

  • Concierto para piano Nº2

    Sergei Rachmaninov

  • Largo al factotum

    Gioacchino Rossini

  • Preludio a la siesta de un fauno

    Claude Debussy

  • Sinfonía Nº 9 "Coral"

    Ludvig van Beethoven

  • Sinfonía Nº 6 "Patética"

    Piotr Illich Chaikovski

  • Rapsodia Sinfónica

    Joaquín Turina

  • Sinfonía Nº 3 "Renana"

    Robert Schumann

  • El Mar

    Claude Debussy

Intérpretes

Voces

Héctor de Rosas

Héctor de Rosas

Su estilo romántico, su voz dulce y su afinación lograron que el éxito le llegara siendo muy joven. Pero también fue un estudioso que nunca abandonó el cuidado de su voz y que, además, se formó musicalmente, a tal punto que fundó su propio conservatorio, por donde pasaron importantes figuras de la canción nacional.

Poetas

Pascual Contursi

Pascual Contursi

La letra tanguera había tenido carácter procaz en sus orígenes, para luego hacerse tributaria del género chico español, o insistir hasta el hartazgo en ingenuas loas a las virtudes varoniles del belicoso malevo porteño. La conciencia desgarrada, la angustia, el fondo de dolor que parece anidar en el hombre de Buenos Aires, sólo habían aparecido muy esporádicamente hasta entonces e hicieron explosión en Mi noche triste. Contursi dio con ello una jerarquía distinta a la letra del tango.

Voces

Luis Cardei

Luis Cardei

La resurrección del cuarenta, la nostalgia de una época de cantores insuperables y la alegría de recuperar el recuerdo de aquellos tiempos del tango invicto, todo eso fue Luis Cardei. Escuchar su voz, profunda y pequeña, nos transporta al Buenos Aires de los patios con glicinas, del chirrido del viejo tranvía, de la bohemia del “trocen”, de las revistas del Maipo y El Nacional, de los primeros boletos en el hipódromo y de tantas otras cosas. Un pedacito de cantor, una enormidad de ser humano. Fue un cantor intimista, de fraseo porteño y delicado que generaba un clima emotivo con su media voz que se va quebrando lentamente, como si se fuera apagando.

Junín, 13/06/2016

Presentaron “Tango en Junín”

Los amantes del tango podrán disfrutar de diversas actividades durante cinco días en Junín. El intendente la Ciudad, Pablo Petrecca, presentó oficialmente “Tango en Junín”, un importante ciclo cultural que se desarrollará entre el 13 y el 17 de julio próximos e incluirá la realización de la preliminar del Festival y Mundial de Tango BA 2016.

Mar del Plata, 30/05/2016

Amelita Baltar en el Teatro Colón

El sábado 11 de Junio a las 21 hs se presentará en el Teatro Municipal Colón la gran cantante Amelita Baltar, acompañada por la Orquesta Municipal de Tango que dirige el Maestro Julio Davila y el pianista Aldo Saralegui como invitado especial. Luego de su presentación en Mar del Plata, la cantante estrenará un nuevo espectáculo: "Noches de Kabaret" en el Teatro Maipo de Buenos Aires.

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