Martes, 23 de Abril de 2024

Clásica y Ópera | Historia

Manuel de Falla en Argentina

Manuel de Falla en Argentina

En el año 1939, Manuel de Falla recibe la invitación del Instituto Cultural Español de Buenos Aires, que va a celebrar su XXV aniversario e invita al gran músico español a que viaje y protagonice los conciertos conmemorativos. Es un buen motivo de escape de la guerra civil, y Falla acepta. Tras una tranquila travesía, en el Neptunio, Manuel y María del Carmen de Falla arriban al puerto bonaerense el 18 de octubre de 1939. En Argentina permaneció hasta su muerte. En la mañana del 14 de noviembre de 1946, María del Carmen encontró a su hermano muerto, en el lecho, como no despertado.








La escasa energía de don Manuel estaba, en el aspecto creativo, volcada en la Atlántida. No es, pues, de extrañar que, para obsequiar a quienes iban a ser sus anfitriones argentinos con una obra orquestal, Falla se planteara, más que una composición enteramente nueva, una Suite en la que aprovechar sustancia musical ya existente. Brota así la idea de la Suite Homenajes: aprovecharía la fanfarria en homenaje a Arbós, orquestaría los homenajes a Debussy (para guitarra) y a Dukas (para piano) y añadiría un último homenaje -éste sí enteramente nuevo- a Felipe Pedrell.

Enviadas a Buenos Aires las obras corales recién «arregladas» y con los Homenajes y los papeles de la Atlántida bajo el brazo, don Manuel, con su inseparable hermana María del Carmen, encogidos los corazones de ambos, se dispone a la partida. La guerra había terminado, pero España seguía doliendo. Va a ser su viaje más largo. También el último. Algo de eso intuyen las personas que ahora formaban su círculo granadino más entrañable. En el carmen de la Antequeruela, ayudando a los preparanvos últimos y para decir adiós, está su hermano Germán con su mujer y su hijita Maribel. Es el 28 de septiembre de 1939. A primera hora de la tarde acuden a despedirse unos pocos amigos: el matrimonio Pérez de Roda, la esposa del alcalde Gallego Burín... y, entre ellos, su fraternal amigo y colaborador Hermenegildo Lanz quien, al día siguiente, redacto «para sus hijos» un testimonio emocionado de aquellos momentos. En él, Lanz cuenta lo que Falla le susurró en el abrazo: «¡Adiós, hasta la Eternidad, en el fondo del mar, tal vez. Lo que sea la voluntad de la Providencia...!» De este modo partieron los Falla hacia Barcelona, en cuyo puerto, el 2 de octubre, embarcarían en el Neptunio, rumbo a la Argentina.

Tras una tranquila travesía, Manuel y María del Carmen de Falla arriban al puerto bonaerense el 18 de octubre de 1939. Allí les esperan, entre otras personas, el compositor y director Juan José Castro -quien va a ser su más entregado colaborador musical en estos años- con su esposa Raquel (hija del compositor Julián Aguirre) y Conchita Badía, la gran cantante catalana. Es como un síntoma de que don Manuel no iba a estar solo en este periplo argentino en el que, en efecto, pudo encontrarse con paisanos tan ilustres como Ortega, Marañón, Gómez de la Serna, Manuel Ángeles Ortiz y Alberti, así como con músicos españoles que, como él, habían recalado en esta tierra: los compositores Jaime Pahissa -quien escribió su biografía- o Julián Bautista, los intérpretes Paco Aguilar y María Barrientes... Otros artistas internacionales, algunos de ellos viejos amigos, también le rendirían visita a lo largo de estos años: Arthur Rubinstein, Margarita Xirgu, Rudolf  Firkusny, Erich Kleiber... Los Falla pasaron unos días de aclimatación en una finca, «La Tapera», pero pronto tuvo el maestro que emprender los arduos trabajos de preparación de los conciertos del Teatro Colón que, en definitiva, le habían llevado hasta allí como primera motivación. Éstos fueron cuatro, los días 4, 11, 18 y 23 de noviembre y, en el tercero de ellos, dirigiendo él mismo a la Orquesta del Teatro, se produjo el estreno absoluto de la Suite Homenajes.

El trabajo y la actividad pública hacen que se resienta la débil salud del maestro. Problemas en las vías respiratorias -según opinión médica, acaso consecuencia de una lesión pulmonar contraída tiempo atrás y nunca bien curada- aconsejan la búsqueda de un lugar más tranquilo y oxigenado que Buenos Aires. Así, los Falla se trasladan a Córdoba el 4 de diciembre.

Alojamiento en el Hotel Bristol y traslado a la finca de la Villa Carlos Paz, en la sierra cordobesa. Al año siguiente, don Manuel dirige (30 de mayo) un concierto en el Teatro Rivera Indarte de Córdoba y, en la misma ciudad, es intervenido quirúrgicamente -un foco infeccioso en el cuello- en el Hospital Español. Huyendo de los dichosos altavoces veraniegos, decide un nuevo cambio de domicilio, ahora a Villa del Lago. A finales de 1940, un tanto forzado por la precaria situación económica, acepta viajar a Buenos Aires para dirigir unos conciertos en los estudios de Radio El Mundo.

En Villa del Lago, entre 1940 y 1942, mientras muy dificultosamente avanza la Atlántida, Falla reemprende sus revisiones e «interpretaciones expresivas» de la música de Tomás Luís de Victoria, esta vez motivado por la organización, por parte de la Institución Cultural Española, de un concierto conmemorativo del cuarto centenario del nacimiento del gran maestro abulense (a quien entonces se consideraba nacido en 1540 y no en 1548 como hoy se sabe).

Entre tanto, llegan de Granada noticias de un incidente: el robo de unos cubiertos de plata de su casa de la Antequeruela. La reacción de los Falla es significativa: «Suponemos que ya estarán en libertad los raterillos en cuestión. Ése es nuestro deseo y así ruego a usted que lo manifieste en nuestro nombre a la autoridad competente», escribe don Manuel a su contacto granadino. Pero, dando vueltas al tema, deciden dejar la casa y cursan instrucciones para ello. La fidelidad de sus amigos de Granada es impresionante: Hermenegildo Lanz, papel y lápiz en ristre, dibujó primorosamente cada una de las estancias, con la disposición de muebles y objetos, María Paula Montes de Borrajo fichó la abundante biblioteca de don Manuel, con indicación precisa de la posición que ocupaba cada libro, y en el convento de Santa Inés, del que era capellán un músico amigo, Valentín Ruiz Aznar, se acoge el mobiliario y enseres. De este modo, cuando en 1962 el Ayuntamiento de Granada decidió expropiar la finca y los herederos de Falla hicieron donación a la ciudad de todas las pertenencias del músico, pudo reinstalarse la casa con toda exactitud, y así la puede admirar hoy el visitante de esta casa-museo que tanto ilustra sobre la austera personalidad del músico.

En 1941 (10 de agosto) y 1942 (12 de octubre), el Teatro Colón de la capital argentina vuelve a abrir sus puertas a las obras de Falla, esta vez representadas: el Sombrero y el Retablo, respectivamente, ésta compartiendo cartel con Panambí del joven Ginastera.

En noviembre de 1942, nuevo traslado domiciliario (el último) para el que presta su ayuda Francesc Cambó: los Falla se instalan en la finca «Los Espinillos», en Alta Gracia, a unos 30 Km. de Córdoba. Poco después (diciembre), nuevo desplazamiento a la capital bonaerense para conciertos en la Radio, en uno de los cuales Conchita Badía cantó partes de La vida breve. Una proyectada película sobre El retablo, que no llegaría a hacerse, entretiene también al músico. Así, el proceso creativo de Atlántida sigue siendo muy lento: «Apenas puedo dedicarle cada día más que un par de horas, y eso cuando la salud me lo permite...», escribe.

La Segunda Guerra Mundial imposibilita que lleguen hasta Falla los derechos de las ejecuciones internacionales de sus obras, y la economía de la casa, aun para vida tan austera como llevan Falla y su hermana, es preocupante. Alertada por su delegado en la Argentina, la Sociedad General de Autores de España hace las gestiones necesarias para hacer llegar al compositor una ayuda económica mensual: es 1944, y por entonces recibe la sorpresa de un considerable ingreso por los derechos de utilización de su «Danza del fuego» en una película protagonizada por Iturbi. Varios jóvenes compositores argentinos se le acercan en este tramo final: Carlos Guastavino en 1944, y Sergio de Castro y Pedro Sáenz en 1945. En este año, la Academia Nacional de Bellas Artes bonaerense le nombra académico correspondiente.

Falla se siente mal y en su extraña personalidad hay cabida para la pequeña superstición: el número siete, piensa el autor de las Siete canciones, ha marcado capítulos importantes de su vida. Así, su «otro» gran periplo extranjero se había iniciado el mes siete del año siete, y había durado siete años. Ahora estaba en la Argentina, llevaba siete años y estaba próximo a cumplir los setenta... No llegó a ello, por unos días.

En la mañana del 14 de noviembre de 1946, María del Carmen encontró a su hermano muerto, en el lecho, como no despertado. Un «síncope cardiaco» (según el Dr. Ferrer Moratel) le había dormido para siempre. El anatomista Dr. Ara, a la sazón agregado cultural de la embajada española en Argentina, se traslada de Buenos Aires a Alta Gracia y dirige el embalsamamiento del cadáver en el Hospital Nacional de Clínica de Córdoba. El día 18 se le vela en el Hospital Español. El 20 se le traslada a la catedral donde se oficia un funeral (al pasar por el Teatro Rivera Indarte se oyen sones del Amor brujo). Temporalmente, se le entierra en el Panteón de los Carmelitas del cementerio de San Jerónimo, hasta su traslado, en tren, a Buenos Aires. El día 22 se embarca el ataúd en el Cabo de Buena Esperanza. Escala en Santa Cruz de Tenerife, en cuyo Ayuntamiento se ha dispuesto un improvisado oratorio para recibir al féretro. Nuevo embarque hacia Cádiz donde los restos de Falla son recibidos por autoridades civiles y religiosas y, a pie, son trasladados hasta la catedral y definitivamente enterrados en la cripta.

Fuente: Falla de José Luis García del Busto
Informe sobre Manuel de Falla
 
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Breves

  • HECTOR BERLIOZ

    Fue un creador cuyo obstáculo fue la intransigencia de la mayoría de los músicos en casi todos los temas, desde su apoyo al uso del saxofón o a la nueva visión dramática de Wagner. Su vida fue excéntrica y apasionada. Ganó el Premio de Roma, el más importante de Francia en aquel momento, por una cantata hoy casi olvidada. Su obra musical es antecesora de estilos confirmados posteriormente.

  • El aprendiz de brujo de Paul Dukas se basa en una balada de Goethe. Es un scherzo sinfónico que describe fielmente cada frase del texto original.

  • La primera ópera de la que se conserva la partitura es Orfeo de Claudio Monteverdi. Se estrenó en Mantua en 1607, con motivo de la celebración de un cumpleaños, el de Francesco Gonzaga.

  • La obra que Stravinski compuso desde la época del Octeto de 1923 y hasta la ópera The Rakes Progress de 1951, suele considerarse neoclasicista.

  • En la Edad Media encontramos la viela de arco, de fondo plano y con dos a seis cuerdas, que se perfeccionó en la renacentista, hasta llegar a su transformación en el violín moderno a partir del siglo XVI, cuando se estableció una tradición de excelentes fabricantes (violeros) en la ciudad de Cremona.


Citas

  • DANIEL BARENBOIM

    "Un director no tiene contacto físico con la música que producen sus instrumentistas y a lo sumo puede corregir el fraseo o el ritmo de la partitura pero su gesto no existe si no encuentra una orquesta que sea receptora"

  • GEORGE GERSHWIN

    "Daría todo lo que tengo por un poco del genio que Schubert necesitó para componer su Ave María"

  • GUSTAV MAHLER

    "Cuando la obra resulta un éxito, cuando se ha solucionado un problema, olvidamos las dificultades y las perturbaciones y nos sentimos ricamente recompensados"

  • FRANZ SCHUBERT

    "Cuando uno se inspira en algo bueno, la música nace con fluidez, las melodías brotan; realmente esto es una gran satisfacción"

  • BEDRICH SMETANA

    "Con la ayuda y la gracia de Dios, seré un Mozart en la composición y un Liszt en la técnica"

MULTIMEDIA

  • Cortigiani vil razza dannata

    Leo Nucci (Rigoletto)

  • Sinfonía Nº 6 "Patética"

    Piotr Illich Chaikovski

  • Quando Men Vo

    Anna Netrebko (Musetta)

  • Hágase la Música en Radio Brisas

    Ciclo 2011 - Programa N° 18

  • Sinfonía N° 6 "Pastoral"

    Ludvig van Beethoven

  • Suite Gayanéh

    Gopak

  • Sinfonia Nº 25

    Wolfgang A. Mozart

  • George Gershwin

    Biografía

Intérpretes

Músicos

Raúl Garello

Raúl Garello

Leyendo el diario Clarín encontré un interesante artículo de Héctor Negro sobre el maestro Raúl Garello donde contaba que nació en la ciudad de Chacabuco, Provincia de Buenos Aires y afirmaba, que a través del tiempo, con su presencia, el tango contemporáneo logró exhibir uno de los más importantes aportes en lo que se considera la promoción de músicos "post Piazzolla". Coincido totalmente con este concepto, porque como es público y notorio, Astor marcó una verdadera brecha entre el sonido de los cuarenta y el tango actual, un antes y un después en la música porteña. Garello es una feliz consecuencia de este proceso.

Músicos

Hugo Baralis

Hugo Baralis

Precoz, como muchos músicos de su generación, Hugo Baralis debutó, a los 18 años, como violinista en la reconocida orquesta de Minotto-Di Cicco. Cultor de un estilo elegante y decidor, comenzó a llamar la atención del mundo tanguero por su estilización del tango en el violín. Heredero de la escuela de Elvino Vardaro, pero con un personal sonido, logró imponer su refinamiento en grabaciones que lo sobreviven para el Octeto Buenos Aires de Astor Piazzolla.

Poetas

Enrique Cadícamo

Enrique Cadícamo

Poeta, escritor y autor teatral. El primer tango de Cadícamo fue “Pompas de jabón”, con música de Roberto Goyheneche. Fue el primer tango que Gardel le grabó al poeta marcando el inicio de sus notables creaciones. Además le cupo a Cadícamo ser el autor del último tango que Gardel grabó en la Argentina, antes de emprender su última gira, el tango “Madame Ivonne”, grabado el 6 de noviembre de 1933. Su obra no se limitó al tango, sino que abarcó múltiples ritmos. Su creación profílica y multifacética es un aporte significativo a la cultura popular.

Junín, 13/06/2016

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Mar del Plata, 30/05/2016

Amelita Baltar en el Teatro Colón

El sábado 11 de Junio a las 21 hs se presentará en el Teatro Municipal Colón la gran cantante Amelita Baltar, acompañada por la Orquesta Municipal de Tango que dirige el Maestro Julio Davila y el pianista Aldo Saralegui como invitado especial. Luego de su presentación en Mar del Plata, la cantante estrenará un nuevo espectáculo: "Noches de Kabaret" en el Teatro Maipo de Buenos Aires.

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