Dvorak estudió con Antonín Liehmann en la Escuela de Órgano de Praga entre 1857 y 1859, luego se unió como intérprete de viola al grupo que llegaría a ser el núcleo de la orquesta del nuevo Teatro Provisional, que Smetana dirigió desde 1866.

La enseñanza privada y sobretodo la composición ocuparon su tiempo a partir de 1873, luego ganó una beca del gobierno austriaco en tres oportunidades (1874,1876,1877) y llamó la atención de Brahms. El autor germano gestionó la edición de algunas obras suyas con Simrock en 1878. Se multiplicaron las interpretaciones en el extranjero, especialmente de las Danzas Eslavas, la Sexta Sinfonía y el Stabat Mater, y con ello importantes encargos.

En Inglaterra encontró una especial acogida: escribió La Novia del Espectro (1884) y el Réquiem (1890) para Birmingham, la Séptima Sinfonía (1885) para la Sociedad Filarmónica y St.Ludmilla (1890) para Leeds. También recibió un doctorado honorario de Cambridge. En 1890 continuó editando nuevas obras en Praga y en Londres, visitó Rusia y en 1891 comenzó a enseñar en el Conservatorio de Praga (donde Josef Suk fue uno de sus alumnos más talentosos). Antes de viajar a Estados Unidos realizó una gira por Bohemia tocando su nuevo Trío Dumky.

Entre 1892 y 1895 fue director del Conservatorio Nacional en Nueva York, enseñó composición y produjo obras tan famosas como la Novena Sinfonía (Del Nuevo Mundo), el cuarteto de cuerdas en fa mayor (Americano), el quinteto en mi bemol mayor y el Concierto para Cello. Dificultades financieras y la nostalgia motivaron su retorno a Praga, donde comenzó a escribir poemas sinfónicos y, finalmente, vio recompensados sus esfuerzos en la música dramática con el éxito de su ópera Rusalka (1901). A pesar de recibir honores y premios en todas partes, Dvorak siguió siendo un hombre modesto, de gustos simples y leal a su nacionalidad checa.

En el aspecto estilístico Antonín no fue conservador ni radical. Sus obras revelaron influencias tanto de la música folclórica, principalmente checa (danzas como furiant y dumky, ritmos de polca, etc), como de los compositores clásicos que admiraba, entre otros Mozart, Haydn, Beethoven y Schubert, de Wagner, cuyo uso de la armonía y los leitmotifs le atrajo, y de su cercano amigo Brahms (sobretodo su literatura pianística y la maestría del manejo sinfónico).

A pesar de su fascinación por la ópera, Dvorak careció de un instinto natural para el drama, no obstante su admirable lirismo. De hecho sus últimas obras sinfónicas son de menor importancia que su música instrumental, en donde la predilección por los procesos clásicos alcanzó un alto nivel de perfección. Notables son la Séptima Sinfonía, con su carácter épico, el Concierto para Cello, con su riqueza y elocuencia, la Novena Sinfonía, con sus melodías populares y una orquestación atrayente, así como las coloridas Danzas Eslavas y Rapsodias Eslavas.

Entre su producción de cámara hay verdaderos hitos como el Sexteto en la myor Op.48, una obra de estilo nacionalista que atrajo especial atención en el extranjero, el Trío en fa menor Op.65, uno de los mejores ejemplos de aquel lado más serio y clásicamente "brahmsiano" de su creación, el Trío en mi menor Op.90, con su original serie de movimientos dumka y contrastante carácter, el exuberante Quinteto Op.81 y varios de sus numerosos cuartetos de cuerdas, sobretodo el popular "Americano" Op.96, así como los tardíos Op.105 y Op.106.